"Ella hablaba con la alegría del triunfo pero siempre como si sintiera una deuda al estar viva y que haya muerto tanta gente que ella quería tanto. Y de Raúl me dijo que venía siempre con una flor para ella y otra para Melba, cuando había una reunión del Movimiento, y eran flores tomadas de un arbusto. El problema es que Raúl era una persona de una especial ternura. En medio de los planes de un acto bélico donde se puede perder la vida como de hecho sucedió con Raúl, la posibilidad de distinguir a esas muchachas? Les decía: qué lindas están hoy. Ella lo quería mucho por esto. Y ella me decía que estuvo muy preocupada cuando cayeron presos porque pensaba que la persona más frágil era Raúl, que él iba a sentir lo que les estaba pasando allí de un modo insoportable. Y decía: de las preocupaciones grandes mías, una era saber el suplicio de ese muchachito."
De vuelta a la Granjita en la madrugada del 26. Antes de la partida a la acción alrededor de las 4.45 am, se dirime la participación de las dos mujeres y gracias al médico Mario Muñoz Monroy, logran convencer a Fidel de incorporarse en la toma del Hospital Saturnino Lora. A la villa no volverán hasta mucho tiempo después de 1959. Pero horas después del asalto, el cadáver de Boris Luis Santa Coloma, el novio de Haydee, torturado y asesinado el propio día 26, fue colocado por los esbirros junto a los restos de otros compañeros, en un burdo intento por simular la muerte de los jóvenes en un combate que nunca ocurrió en la Granjita Siboney. Supongo que es harto conocido el relato de los sucesos en este escenario antes y después del asalto al Cuartel Moncada. Creo que ha sido menos divulgada la reflexión que Haydee haría 25 años después sobre sus propios pensamientos a partir del instante en que estaban a punto de abandonar la Villa Blanca, que era el nombre del lugar en 1953:"Lo que pensábamos esa noche que estábamos allí hasta que salimos: pensaba que no iba a ver a un sobrinita mía que quería mucho, era muy linda y yo decía ¿cómo será cuando tenga 15 años?, ¿la veré? A lo mejor en 15 minutos se puede pensar en tanto? y sobre todo, si por momentos te puede llegar la idea de si serán los últimos minutos, se puede pensar en muchas cosas. No pensaba en concreto en la muerte, en qué forma iba a morir, si me iba a doler, si iba a ser con un tiro. Yo nada más pensaba que iba a dejar de ver y respirar, pero no sabía cómo. Me daba cuenta de qué sabroso era mirar y respirar. Empecé a recordar a mi mamá cuando era más joven, a mis otros tres hermanos que quedaban, sobre todo a los dos mayores que éramos muy unidos los cuatro, y sabía cuánto esos dos querían a Abel, y a mí también. Porque había otra que más pequeña, pero era mucho más pequeña. Y pensaba que triste iba a ser la vida de ellos sin nosotros. Pensaba en cosas sin importancia. Claro, pensaba en Abel, pensaba en Abel, pensaba que no era posible que Abel dejara de respirar y de mirar, dejara de pensar. Pero en algo profundo -como pude pensar en el mismo Moncada después, como digo que en mí ocurrió una transformación no sé si en minutos u horas, una transformación total- yo en esos 20 o 25 minutos que demoramos en llegar, no pensaba en cosas profundas (?) Ese 26 de julio al suceder todo lo que sucedió, vino una transformación creo que en minutos porque pensé que para ser esa mujer con hijos, con hogar, con un trabajo, con estabilidad, sin agonía, era imposible aunque llegáramos a tomar el Moncada. Tendría que haber una transformación total en nuestro país. En aquellos días en el Moncada² para compensar lo que se vivía y se veía, pensaba en esa sociedad?"*
*Tomado del Conversatorio con Haydee Santamaría, 1978, filmado por el ICAIC¹ Tomado de una frase original de Cintio Vitier ² Se refiera al tiempo en que estuvo detenida en el propio Cuartel Moncada.